Saltar al contenido principal
sonidos desagradables
Blog de la audición

Los 5 sonidos más desagradables para el oído humano

Autor: Audika

22/12/2025 • 2min lectura

Todos hemos experimentado alguna vez esa sensación incómoda que nos recorre el cuerpo al escuchar determinados ruidos. Son esos sonidos desagradables que, sin previo aviso, generan rechazo, incomodidad e incluso a veces dolor físico en los oídos. Desde un chirrido metálico hasta el rasgar de una tiza en la pizarra, el oído humano reacciona de manera instintiva para protegerse de estímulos que interpreta como dañinos.

Pero ¿qué tienen de especial estos sonidos para que resulten tan insoportables? La respuesta está en la combinación de la biología, la evolución y nuestra propia experiencia sensorial. Los sonidos desagradables forman parte de la experiencia humana y, en muchos casos, cumplen una función biológica relacionada con la atención y la supervivencia. Sin embargo, la exposición continuada a ciertos ruidos intensos o estridentes, como la maquinaria o el taladro, puede suponer un riesgo para la salud auditiva. A continuación, exploramos los 5 sonidos más desagradables para el oído humano y por qué nos resultan tan difíciles de tolerar.

¿Por qué percibimos algunos sonidos como desagradables?

El oído humano no es solo un receptor pasivo, sino que está íntimamente conectado con el cerebro y con nuestro sistema emocional. Los sonidos desagradables suelen compartir tres características: son agudos, se sitúan en el rango de máxima sensibilidad auditiva y presentan un patrón irregular que los hace imprevisibles.

Desde el punto de vista evolutivo, nuestra reacción a estos sonidos está relacionada con la supervivencia. El malestar que provocan nos obliga a prestar atención, protegernos o actuar rápidamente. Aunque en la actualidad ya no representen un peligro real, nuestro sistema auditivo sigue respondiendo como si lo fueran.

Por eso, no se trata solo de que “nos molesten”, sino de que tienen un efecto físico y emocional real sobre nuestro organismo.

El chirrido del metal sobre metal

Uno de los ejemplos más universales de sonidos desagradables para el oído es, sin duda, el que se produce cuando dos superficies metálicas se raspan con fuerza. Este ruido agudo e irregular provoca una reacción de rechazo casi inmediata en la mayoría de las personas.

Desde Audika explican que nuestro oído es especialmente sensible a las frecuencias entre los 2.000 y los 5.000 hercios, rango en el que se sitúan estos chirridos. En términos evolutivos, esta hipersensibilidad pudo haber sido una ventaja en su momento que nos ayudaba a detectar señales de peligro, como el chillido de un animal. Hoy en día, escuchar metal contra metal activa esa misma respuesta defensiva, aunque ya no exista una amenaza real.

Además, estos sonidos activan regiones cerebrales relacionadas con el dolor y el malestar, lo que explica por qué no solo los percibimos como molestos, sino que también sentimos incomodidad física o incluso dolor de oído al escucharlos.

El rasgar de la tiza o las uñas en la pizarra

El clásico ejemplo que suele mencionarse en cualquier conversación sobre sonidos desagradables es el de unas uñas arañando una pizarra. Este ruido agudo, disonante e irregular es capaz de provocar escalofríos instantáneos y hasta contracturas musculares en algunas personas.

Algunos estudios neurológicos han demostrado que este sonido genera una reacción emocional intensa porque se sitúa justo en el rango de sensibilidad máxima del oído humano. Nuestro cerebro, de forma automática, lo interpreta como un estímulo negativo al que conviene reaccionar con incomodidad o rechazo.

No es casual que se use en películas de terror o en situaciones en las que se quiere provocar tensión. Al escucharlo, nuestro cuerpo libera adrenalina, una reacción fisiológica que refuerza la sensación de malestar.

El llanto agudo de un bebé

Aunque el llanto de un bebé es una señal vital para la supervivencia, desde el punto de vista auditivo puede considerarse uno de los sonidos más desagradables. Su carácter repetitivo, intenso y agudo activa de manera automática la atención de quien lo escucha, lo que explica que resulte tan difícil de ignorar.

En este caso, lo desagradable tiene una función biológica: asegura que los cuidadores reaccionen rápidamente para atender las necesidades del bebé. Sin embargo, escuchar un llanto constante durante mucho tiempo puede generar un nivel elevado de estrés, fatiga auditiva y tensión emocional.

El contraste es interesante: mientras que el llanto cumple un propósito positivo para la especie, desde el punto de vista sensorial está diseñado para ser insoportable, precisamente para garantizar una respuesta rápida.

El sonido del taladro o maquinaria estridente

En entornos urbanos, uno de los sonidos desagradables más comunes es el de un taladro perforando la pared o el de maquinaria pesada en funcionamiento. No solo se trata de un ruido agudo y penetrante, sino que además suele ser inesperado y persistente.

Estos sonidos suelen superar fácilmente los 85 decibelios, el umbral auditivo a partir del cual pueden empezar a producirse daños auditivos si la exposición es prolongada. Por eso, además de ser molestos, también representan un riesgo real para la salud del oído.

El taladro, al igual que otros ruidos industriales, combina lo peor de varios factores: intensidad elevada, frecuencia en el rango sensible y carácter invasivo. No sorprende que muchas personas describan este tipo de sonidos como insoportables y busquen taparse los oídos de inmediato.

El chirrido de un cuchillo sobre un plato

En la vida cotidiana, hay un ruido especialmente incómodo que suele aparecer en la mesa: el chirrido que se produce cuando un cuchillo raspa la superficie de un plato de cerámica. Este es otro claro ejemplo de sonidos desagradables que despiertan una reacción casi instintiva de rechazo.

Al igual que ocurre con el metal o la tiza, la clave está en la combinación de frecuencias agudas y vibraciones irregulares que nuestro oído detecta como señales negativas. El cerebro lo interpreta como una amenaza sonora, generando incomodidad inmediata.

Lo curioso es que este sonido, asociado a un acto cotidiano e inofensivo como cortar la comida, provoca una respuesta emocional desproporcionada. De ahí que muchas personas interrumpan de golpe lo que están haciendo cuando escuchan este chirrido.

Cómo proteger el oído frente a los sonidos desagradables

Aunque no siempre podemos evitar los sonidos desagradables, sí es posible proteger nuestra salud auditiva para minimizar sus efectos. Una primera medida básica es reducir la exposición en la medida de lo posible, alejándose de fuentes de ruido intenso, utilizando barreras físicas como tapones o cascos protectores en entornos ruidosos y limitando el tiempo que pasamos en lugares con altos decibelios.

Otra recomendación importante es prestar atención a las señales de alerta que nos da el propio cuerpo. Si tras la exposición a un ruido intenso notas pitidos, sensación de presión en los oídos o disminución temporal de la audición, es fundamental dar descanso al oído y evitar nuevos estímulos sonoros fuertes. Estos síntomas pueden indicar una fatiga auditiva que, si se repite con frecuencia, puede derivar en problemas más serios.

Además, realizar revisiones auditivas periódicas es clave para detectar a tiempo cualquier alteración. La prevención no solo se trata de evitar molestias puntuales, sino de cuidar a largo plazo la salud del oído frente a todo tipo de sonidos que puedan afectarlo.

En Audika trabajamos para ayudarte a cuidar tu audición. Te invitamos a visitar nuestros centros auditivos, donde podrás realizar revisiones auditivas gratuitas, obtener un diagnóstico profesional y acceder a soluciones personalizadas para mejorar tu bienestar auditivo.