La miringitis bullosa es una enfermedad auditiva que provoca la inflamación del tímpano, causando la aparición de ampollas, dolor de oídos y pérdida de audición temporal. Esta afección puede generar muchas molestias o incluso complicaciones si no se trata, especialmente cuando se presenta junto con la gripe. En ese caso, un diagnóstico oportuno y acudir a un especialista para recibir el tratamiento más adecuado son la clave para evitar complicaciones y asegurar una pronta recuperación.
Los niños son especialmente susceptibles a esta enfermedad, ya que su sistema auditivo aún está desarrollándose por lo que son más propensos a las infecciones virales. Aunque el tratamiento es similar al de los adultos, se debe prestar especial atención a su evolución. Además, durante la enfermedad es recomendable evitar el contacto con otros niños, ya que la miringitis bullosa puede ser contagiosa en entornos escolares o en guarderías.
Síntomas principales de la miringitis bullosa
Los síntomas más comunes de la miringitis bullosa son dolor intenso y punzante de oídos, aparición de ampollas con líquido en el tímpano, una reducción temporal de la audición debido a la inflamación. A veces también, aunque de forma menos frecuente, otro de los síntomas puede ser mareo o sensación de vértigo.
Otro de los aspectos más habituales de la miringitis bullosa es su asociación con infecciones virales como la gripe. Es por ello que los síntomas típicos de esta enfermedad suelen ir acompañadas de los típicos de la gripe, como son fiebre, congestión nasal, dolor de cabeza y dolores musculares, cansancio, debilidad general y falta de apetito.
A veces la miringitis bullosa puede suponer también la presencia de sangre o líquido seroso en el oído debido a la ruptura de las vesículas hemorrágicas propias de la enfermedad, y que pueden extenderse hasta el canal auditivo externo. En estos casos, es necesario acudir al especialista para aspirar el líquido y evitar infecciones secundarias.
Tratamiento para la miringitis bullosa
El tratamiento para la miringitis bullosa suele incluir la prescripción de antibióticos ante posibles infecciones bacterianas y analgésicos o antiinflamatorios para aliviar el dolor y reducir la inflamación. Además, se recomienda una revisión médica cada 48 horas para evaluar la evolución del paciente y proteger el oído de la entrada de agua durante el tratamiento.
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